A pesar de que el plástico por sí solo no es un problema, ya que las moléculas de polímero de las cuales están hechas son demasiado grandes para traspasar del material del envase al alimento, hay moléculas mucho más pequeñas que sí pueden pasar a la comida y ser peligrosas.
El Bisfenol A (BPA), por ejemplo, en algunas ocasiones se añade a la composición de las botellas de plástico para hacerlas más duras y transparentes, mientras que los ftalatos se agregan para hacer el plástico más blando y flexible. ¿Qué hay de dañino en ambos elementos? Pues se les ha relacionado con problemas endócrinos, entre otros. En Europa incluso, por precaución, está prohibido su uso en productos destinados a la lactancia.
También se ha demostrado que si el plástico se somete a temperaturas altas se multiplica la liberación de BPA. Es por eso que reutilizar botellas que contengan este elemento podría ser peligroso.